Saturday, May 3, 2008

Por una Ciudad Integrada

Manuel Barreto H.

“No es de manera metafórica como se tiene derecho a comparar una ciudad con una sinfonía o un poema; son objetos de la misma naturaleza. Más preciosa quizá la ciudad, se sitúa en la confluencia entre la naturaleza y el artificio...” Claude Lévis-Strauss. (Tristes Trópicos)

El cuidado o abandono de nuestra ciudad refleja cómo es y qué valores tiene la población. El desarrollo y la cultura de un grupo humano se manifiesta en cómo cuida su calle, su plaza, su espacio público, sus terrenos baldíos.

Hoy se nos plantea el reto, como ciudadanos responsables, de trabajar por que Valencia recupere sus espacios perdidos, tanto en su alejada remembranza de “Ciudad Industrial de Venezuela”, como en la resignificación de los espacios de la ciudad: barrios, urbanizaciones y plazas, etc. como espacios vitales de comunidad por una vida educada, disfrutable sana y alegre, y la lucha por una identidad, por un patrimonio propio, no asignado e impuesto desde fuera, como única y hegemónica realidad; por su memoria; partiendo del principio que una ciudad educada, disfrutable, sana y alegre, pasa por la recuperación de lo público para quienes están excluidos de las ventajas que, pese a todo, sigue ofreciendo la ciudad a sus ciudadanos. Una ciudad a escala humana como lo plantea el profesor Ancizar Narváez es “una ciudad en la que las personas puedan volver a estar juntas y no sólo conectadas”.

En este propósito, el espacio público juega un papel fundamental porque es el lugar para el encuentro ciudadano, es el sitio privilegiado para las expresiones artísticas, políticas y simbólicas de las sociedades y donde realmente se mide el grado de cultura de una comunidad. Por eso, somos conscientes de que necesitamos construir más y mejores espacios públicos que sean incluyentes y nos ayuden a superar las barreras que en estos últimos años, trata de imponer la inseguridad y la violencia, que nos obligan a encerrarnos en nuestro propio mundo, o bien a utilizar como lugar de convivencia y esparcimiento tan sólo a los grandes “Malls” de la ciudad.

Tal vez ayuden a apuntalar estas ideas el concepto de cultura con el cual trabajan en el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, (PNUD) “El desarrollo humano entraña necesariamente una preocupación por la cultura -la forma en que las personas deciden vivir juntas-, porque es la sensación de cohesión social basada en la cultura y en los valores y creencias compartidos lo que plasma el desarrollo humano individual. Si la gente vive bien junta, si coopera de manera de enriquecerse mutuamente, amplia sus opciones individuales. De esta forma, el desarrollo humano se preocupa no sólo por la gente como individuos, sino además por la forma en que estos interactúan y cooperan en las comunidades”.

Se hace imperativo “tal como lo encontramos en la propuesta que adelanta el profesor Ricardo Maldonado- tenderá puentes y derribar las fronteras físicas y simbólicas que dividen la ciudad. Buscar los mecanismos más idóneos para acabar con esa acentuada y odiosa expresión de Norte y Sur -como si se tratase del preámbulo de una “Guerra de Secesión”- y no de una sola ciudad, un solo pueblo, con las mismas angustias y esperanzas.

No se trata de establecer como premisa el desplazar a la población residente de los barrios del Sur de la ciudad, sino más bien direccionar todo el esfuerzo en lograr para esas comunidades estándares de urbanización más elevados y de calidad, contando con todos los líderes comunitarios, quienes podrían ser contratados y capacitados por la Alcaldía en cuestiones de ordenamiento para urbanización, conservación de calles, educación y salud e intermediación de conflictos y facilitación de las relaciones con la población local.

Ha llegado el momento de integrar, como un todo, a Valencia y posibilitar el encuentro ciudadano, que es una de las herramientas más eficientes para derrotar la intolerancia, la inseguridad y la violencia, y así lograr una ciudad más segura y humana.

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